De los polvos vienen los lodos

No es el “caso Bárcenas”, no, es la Trama Gürtel, ¿recuerdan? Aquella sobre la financiación ilegal del PP que se saldó (de momento) con una  sola víctima: el Juez Garzón y que era una conspiración de Zapatero....  ¿Qué pasó? La primera explicación radica en los jueces, tan contentos que estaban con el PP, oiga, que lo defendían a capa y espada, caiga quien caiga. Pero no se puede hacer tantos enemigos, no se dan cuenta, ahora los señores magistrados están que trinan, los intocables han sido tocados por los recortes y por Gallardón (que indulta a los clientes de su hijo abogado en esa línea de cohecho y prevaricación impúdica que mantiene este Gobierno para con sus familias y afines) en quien tantas esperanzas habían puesto.

El Antiguo Régimen, basado en el poder de la nobleza terrateniente, nunca llegó a desaparecer del todo en este país, donde los señores siguen acumulando riquezas y poder. Nos gobiernan los mismos perros con distintos collares. Esto es así de simple, para hacer una referencia cinematográfica, empezó mandando el mono que empuñó el hueso a modo de arma, siguieron los guerreros y chamanes, los jefes de la tribu y a partir de ahí, reyezuelos, emperadores… a partir de la edad media, la burguesía entroncó con la nobleza y el grupo de mandatarios se hizo más extenso, pero seguimos hablando de un 1%. 

Hoy nos gobierna una camarilla financiera con los políticos como  chambelanes y los policías y jueces como mamporreros. Al final, estamos hablando de los mismos grupos elitistas. Y usted y yo nos hallamos entre la plebe, los paganos, los siervos, los vasallos. Y encima nos consideran imbéciles. Porque mire, si dijeran verdad alguna, tenían que tener todos las manos achicharradas de ponerlas al fuego y ahí están, con esa cara más dura que el cemento.

¿Y dónde estamos nosotros? En casa, viendo la tele, anestesiados, dormidos, narcotizados, pasmados... Porque si de verdad estuviéramos indignados, si alguna vez este sistema de prebendas, chanchullos, mamandurrias y corruptelas nos hubiera indignado de verdad, si hubiéramos creído alguna vez en el Estado, hubiéramos cortado cabezas hace siglos, como nuestros vecinos franceses (en el XVIII) o ingleses (siglo XVII)

Pero no. Aquí el Estado no es más, no fue más nunca, que una alternancia en el poder para enriquecer a “las familias” en el más puro sentido mafioso del término. Y lo hemos asumido de tal forma que aquí nadie paga impuestos, ni quiere que se suban, porque se sabe que no va a ser invertido en el bien público, sino que va a pasar a engrosar fortunas privadas. Ni el dentista, ni los fontaneros, ni los abogados pasan factura ni declaran, y usted y yo contentos que ahorramos los eurillos del IVA. Así mantenemos el sistema.

Y tampoco exigimos responsabilidades políticas. Acuérdese de Camps, votado mayoritariamente cuando el lodazal valenciano ya era evidente. ¿Qué más da? Corría el dinero y tonto el último. Ahora aparecen los sobres a políticos, ¿le extraña? ¡Y lo que aparecerá! Pero ellos ponen cara de tontos, mienten más que hablan y en unos días indulto y gloria, todo olvidado y cada uno a lo suyo: usted y yo al contenedor y ellos a las Islas Caimán (si les gusta el sol) o a Suiza (si prefieren esquiar)