Muchas
personas compartieron conmigo sus vivencias y las de sus familiares,
testimonios en la mayor parte de los casos enterrados y pervertidos por la
versión oficial. Quiero expresar mi enorme gratitud a todas los que, en un
momento u otro, participasteis en Luciérnagas en la Memoria.
Ángel
Jardón me ayudó con la crítica y corrección de las sucesivas versiones de la
obra, aportando su exigente juicio. Con Héctor realizamos un singular periplo
por los dos continentes en pos de los protagonistas, una lección de Historia
que espero nunca olvide. Arantxa colaboró también con lecturas y comentarios,
pero, sobre todo, con su entusiasmo por el personaje de Adriana. Aquiles es un regalo para ella.
José
Manuel Pena García, entre otra mucha documentación, me consiguió una copia de
las Memorias de un Guerrillero, de
Manuel Coto Chan, un diario real, inédito e imprescindible para reproducir en Los cuadernos de Jacinto el lenguaje,
las expresiones de la época y, sobre todo, transmitir las convicciones de los fugaos.
Ramón
Lavandera me facilitó copia del contenido sus archivos, de valor incalculable
para la narración. En las cartas se recogen literalmente algunas frases
extraídas de correspondencia real, que las dotan de una singular frescura y riqueza.
La elección de una ubicación concreta, como Biedes y los montes de Espinaréu,
obedece también a su participación, y con su familia recorrimos los montes de
Piloña ubicando escenarios, en compañía del fallecido Balte, que sirvió de
enlace a la guerrilla.
Cuando
conocí a Manuel García Fernández, era director del Centro Asturiano de Tucumán
y fue él quien me proporcionó la información referida a Los Pachorros y su papel durante tres generaciones en el auge y
caída de los ingenios azucareros de la provincia.
Con
mi hospitalaria y querida amiga Marta Zusana Rufeil profesora de Archivística
en la Universidad de Córdoba, recorrimos esa provincia argentina. De su mano
seguí la huella del Che en Alta Gracia y ella me ilustró con casos reales la
resistencia subterránea a la dictadura de Videla.
José
Antonio Merlo, colega de profesión y asociación (APEI), bibliotecario
internacional, me regaló un personaje, Felisindo, malo, malo de verdad, aunque
el de verdad era bueno, bueno.
Quiero dejar constancia de mi especial gratitud a
Helena Suárez y Carro, por su paciencia, trabajo y dedicación; sin ella esta
aventura literaria no hubiera sido posible.
En cuanto a Elías Megido, Dios creó el mundo en
siete días, a él le hubieran bastado tres. No se sabe con qué te puede
sorprender un creativo.
Una mención especial a Andrés Laína, que sin
conocerme estuvo siempre dispuesto a ayudarme y creyó en la novela cuando
todavía era un borrador avanzado.
Y a Nerea Sánchez, que me regaló la fantástica web www.luciernagasenlamemoria.es clave
del éxito de la promoción.
Luciérnagas en la memoria, lleva 3 días Número 1 en descargas gratuitas por delante de El Quijote, Dostoievsky
y Recetas de cocina para Navidad!!!
Gracias a tí, lector, lectora.
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