miércoles, 21 de abril de 2010

¡Cuidado! El machismo mata (de nuevo)

Con el asesinato ayer en Gijón de una mujer a manos de su marido, presunciones de inocencia aparte, alcanzamos la cifra de 22 mujeres muertas en lo que va de año 2010, tres ya en Asturias. En este caso, como en los otros dos, la difunta no había interpuesto denuncia alguna contra él, que además tenía permiso para disponer de una escopeta de caza, la que usó contra ella, parándose incluso a recargarla, se ve que la quería muerta y bien muerta. Una mujer de 58 años abatida como un animal en el umbral de su vivienda. Está claro que la violencia machista no hace distingos de edad, sexo, etnia, cultura o religión. ¡Cuántas humillaciones, frustraciones, silencios, miedos… precederían este abominable acto! ¿Qué pudo decir, hacer, para desencadenar ese torrente de violencia, de odio, ese afán de exterminio, de venganza? ¿Qué podemos hacer, más que decir ¡BASTA!, denunciar, educar, prever? Llueven sobre mojado las lágrimas, las palabras, las condolencias.

Sólo pido, desde esta tribuna, que se eduque a las mujeres de mañana, que no son lícitos los gritos, los insultos, que no admitan descalificaciones, vejaciones, menosprecios, que tiene que ser la última la primera bofetada. Que no son de nadie, que es suya la vida, que la esclavitud está abolida, que el amor no significa que una persona sea propiedad privada. Que amen y compartan, de igual a igual, que no se entreguen en cuerpo y alma, que pasa lo que pasa, a los cuerpos y a las almas.

Proliferan cada vez más entre las jóvenes estos rancios y retrógrados conceptos contra los que luchamos tanto. A veces huelo la involución y siento miedo. Y creo que un iFranco no ayuda nada. ¡Por favor! Que nadie olvide el papel reservado a la mujer en la sociedad franquista, preconizado por la Iglesia y la Sección Femenina: descanso del guerrero, sierva de su marido, ser de inferior categoría limitada jurídicamente para obrar y actuar por sí misma, etc, etc. Seguro que el asesino (presunto) de Isabel González Pereiro tenía las ideas muy claras. Y la mató porque era suya.



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