sábado, 19 de febrero de 2011

Justicia divina

¡Por fin coincido en algo con el Vaticano! Me parece tan divino como de justicia, que el putero de Berlusconi (puedo llamarle así, al fin y al cabo presume de ello) sea juzgado por tres mujeres. No es revanchismo, no. Como dice el Vaticano, justicia divina. A través de la revista católica “Famiglia cristiana” dice literalmente: «Tú, Berlusconi, te has servido de mala manera de las mujeres, y las mismas mujeres harán ahora justicia». Eso, sí, luego salen todos juntos en la foto, que será un figlio de puta, pero es el suyo. Y dios está con ellos.

La revuelta de las mujeres, que sacó esta semana a cientos de miles de personas a la calle de 280 ciudades, de Italia y del extranjero, para pedir la dimisión de Silvio Berlusconi y rechazar su política machista y patriarcal, ha provocado el hundimiento del primer ministro en los sondeos. ¡Ojalá sea verdad a la hora de votarlo! Como dice la chica de la foto, bastaba no hacerlo. Yo dudaba ya de mi género, pero estoy recuperando la fe. A ver que artimaña, argucia, tomadura de pelo, inventa ahora o que nuevo decreto aprueba que lo inmunice.
Eso sí, para él sigue siendo un complot judeo-masónico, marxista y terrorista. Como al que alude Camps (el hombre más respaldado de las democracias del mundo mundial, olé su soberbia, pecador capital) que empuerca la Justicia y a los jueces que no son sus amigos para justificar lo injustificable, esto es, que no dimita de una vez estando encausado, pringado, imputado, gurtelado (¿los demás sí y él no?) 

Cada vez se me parecen más, con esas caras momificadas de piel estirada y artificialmente bronceada y esas sonrisas rígidas, falsas, cínicas, atrabiliarias; ese injerto teñido, esa calva bruñida. Tan artificiales en su impostura, tan vergonzantes en su indignidad. Berlusconi se mantiene con 5 millones de votos (es lo que tiene en realidad, en un país de 60 millones de habitantes) y el poder que le otorgan la televisión, las mafias y sus deudos, que le permiten blindar legislativamente la delincuencia. Eso quisiera Camps, debe verlo su ídolo, el protagonista a imitar con su grandes éxtios: Por encima de la ley, Más allá del bien y del mal. A Camps se resisten a mantenerlo porque, por mucho que proclame su divinidad con un órdago a la grande, huele a podre que espanta y más de uno va a quemarse las manos por sostenello y no enmendallo.

A ver si de esta caen y, por lo menos, perdemos de vista sus repulsivos caretos, su ofensiva estulticia. Estoy harta de cambiar de canal cada vez que salen. No gano para protector estomacal.

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