martes, 26 de agosto de 2008

Dale tiempo al rumor...


Es un rap de Violadores del Verso ¡¡Bien si lo acertaste!! No temas, sigo siendo una rockera, cada vez más vieja, y ochentera, cada vez más de moda -la movida, no yo-. Pero las nuevas generaciones pisan fuerte al taconazo de otros ritmos y sus palabras usan letras de otras canciones.

Una noche en Argentina, en el porche de la cabaña, con el mate y el cigarro, bajo la luna tucumana, mi querido Zits, espinillo inteligente, me puso por sorpresa los cascos que nunca se quita y me regaló el estribillo de esta canción.
Ahora, que el rumor va creciendo y el vértigo de la "edición interminable" mengua (la espada de Damocles de cualquier gran editorial, como Roca) recuerdo con infinita ternura aquel espontáneo gesto, y cuelgo la canción del verano.

El de tremolante casco, domador de caballos, cuyo nombre viene al principio de la novela, pues a él está dedicada, leyó estas vacaciones La Diosa contra Roma. No es lector compulsivo como su madre, todo hay que decirlo -de los libros contra la pantalla hablaremos otro día-, pero zampó capítulo a capítulo -y son largos- mordiendo con fruición y sin descanso una página tras otra. Como buen adolescente, parco en palabras y preguntas las justas, desde el principio tomó posición por Imborg. Y yo pude ver con mis ojos, espiando mientras no me miraba, como el relato le atrapaba las piernas, impidiéndole levantarse del sofá, de la cama; como buscaba hueco al lado de la chimenea, con la mantina, atrayendo sólo para sus ojos la última luz de la tarde; como lamentó no llevarla aquel viaje. Hasta que, una noche en Tafí, bajo la luna tucumana, la terminó. En silencio, bajó la tapa del cofre, una vez descubiertos sus secretos.

Entonces, se levantó sin decir nada y me puso al oído esa canción. Y yo supe que había escrito una buena novela.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leo el comentario de Carolina Fernández y me siento plenamente identificada. Yo también leo todas las mañanas a Pilar al llegar al trabajo (antes de que llegue el jefe) y comienzo el día con una sonrisa. ya casi me siento parte de su mundo, su familia, sus viajes...a pesar de no conocernos de nada.
Es el milagro y la magia de la lectura. es el don y el regalo de la escritura. Felicidades por tenerlo y gracias por compartirlo.Seguiré leyéndolo todas las mañanas, antes de que llegue el jefe y comience la realidad (¿cuál es la verdadera realidad?)

Anónimo dijo...

¡Cielos! Me vais a obligar a escribir todos los dias :-)

gracias, besos