sábado, 31 de julio de 2010

Reflexiones sobre Dinamarca

Los vikingos tuvieron aquí su base comercial, este fue su centro neurálgico, desde donde se expandieron al resto de países escandinavos y a donde volvían tras sus incursiones, en las cuales llegaron al norte de Hispania (leer Gontrodo, la hija de la Luna). Jutlandia tuvo su costa fortificada en esta época, pero el siglo pasado los alemanes, tanto en la batalla de Jutlandia (1916) como durante la II Guerra Mundial (1943), volvieron a fortificarla y así nos sorprende el pasado acumulado en ese paisaje dunar, capricho de la naturaleza. Infinita playa blanca de conchas y caparazones pulverizados a lo largo de los siglos, domesticada con diques y bunkers enterrados por la arena, defensa del estrecho de Oresund.

Paisaje modulado por el viento en el que reinan los molinos (impensable la energía fotovoltaica en aquellas tierras de penumbra) uno por granja, dos si es grande, ocho para el pueblo. Parques eólicos construidos individualmente o en cooperativa, sociedad adaptada a los tiempos desde Pelle el conquistador, tecnologías en lugar de esclavos suecos, y  restaurados y acondicionados, los mismos edificios, fundados en 1740, 1815, 1497… ¿Tal vez eso explica la ausencia de grúas en lontananza? No he visto una en las ciudades, cuando en España forman parte del paisaje, cuervos acechantes de bonanza, criaturas residuales de la burbuja. Tal vez porque, y en esto como en todo el norte de Europa, lo viejo es antiguo y conservable, herencia y pasado, no carne de cemento, tumba de la memoria colectiva, sangre del ilícito y rápido enriquecimiento.


El viento del Norte (suena, canta, ulula, mete miedo….) peina surcos blancos en las ariscas olas de este mar que lleva el nombre del polo más septentrional, que te deja aterido en pleno mes de julio, abismo al borde de la toalla. Y sin embargo… ni un socorrista. No hemos visto un policía, un guardia de seguridad, de carretera, un uniforme en todo el viaje. Ni tornos en los transportes,  ni vigilantes casi en los museos. ¿Quiénes son, cómo son estos hombres y mujeres expuestos hace siglos a las inclemencias, a los peligros, capaces de cruzar en invierno el infierno y que ahora viven sin protección, sin control, sin supervisión… sin intromisión ni injerecias del Estado en su vida cotidiana?

Tampoco encontrarás verjas, vallas, muros, rejas… solamente caminos en el bosque y carriles bici. Es un mundo protestante, basado en la responsabilidad personal, en la confianza, en el trabajo, en un orden extremo y compartido para bien común. Son hormigas laboriosas que trabajan, la lucha contra los elementos naturales define un sen y al igual que tienen cuidadas las casas tienen las ciudades, los espacios comunes. Ya saben que no soporto el olor a meo, ese típicamente veraniego que me espera en Gijón, deficiencia tercermundista que todos los años critico a voces desde este blog. En esa Europa a la que pretendemos emularnos, parecernos, imitar…, los WC públicos aparecen indicados en los planos de las ciudades y son recintos limpios, cuidados. No encontrarás espacio o aglomeración sin los necesarios evacuatorios higiénicos. Lo que nunca encontrarás en España, donde instituciones y ciudadanía se mean –y cagan- sistemáticamente en la res pública.

Un amigo me pregunta por la flexiseguridad laboral, a ver si podemos aprovechar algo. No sé, es difícil relacionarse cuando la primera lengua es el danés y la segunda el alemán o sueco… y ¡somos tan distintos física e históricamente!

1) Cooperativa, concertación laboral, democracia, negociación… fueron términos acuñados por los daneses en 1850. Y nosotros con Díaz Ferrán convertido en santo patrono de los empresarios y los sindicatos en procesión, y esta clase política devaluada que ha enterrado el sentido de Estado a golpe de discursos crispados y reparto de prebendas.

2) Son los que más impuestos pagan de Europa (llegaron a manifestarse y protestar porque querían reducírselos) y los que más contentos se muestra con su Estado. Hay que decir que no hay corrupción en las instituciones y estas gozan de la máxima confianza de sus ciudadanos. Envidiable en esta España políticamente caótica, destructiva, incongruente, patética, agotadora que me espera a la vuelta

3) Los descendientes de aquellos vikingos que saqueaban las costas en las tormentosas noches de invierno, conjugan un sistema productivo capitalista, en el cual el Estado no interfiere, con un sistema público de servicios en el cual no se admiten interferencias privadas: sanidad y educación universales y gratuitas de principio a fin, incluyendo universidad o tratamiento terminal; bienestar garantizado desde la recogida de basura hasta el acceso a Internet.

Algunos apuntes, aunque las comparaciones resultan penosas. Conclusiones, cada uno las suyas. A mi ya me caían mal, no te digo más, tan rubios, tan altas, tan deportistas, tan sanas, tan ricos... ¿Todos? No, una pequeña aldea hippie sobrevive a las acometidas capitalistas y a la temida urbanización....

Próxima entrega: Cristiania

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