viernes, 20 de agosto de 2010

Free town Christiania


En el año 1971, en el céntrico barrio de Christianshavn en Copenhague, el ejército abandono las extensas instalaciones militares que allí tenía. Al poco tiempo, como materialización de los sueños de varios colectivos inmersos en un debate social, propio de la época, se produjo una inmigración masiva a dicho recinto de gente de todos los sectores de la sociedad, que vinieron para crear un estilo de vida alternativo basado en la vida comunal, el autogobierno y la libertad bajo las premisas del Flower Power. Los impersonales barracones militares fueron los primeros ocupados y a su alrededor se levantaron decenas de casas construidas con materiales humildes, ingenierías imposibles de materiales reciclados con mucho colorido. Los jardines y los árboles crecen por doquier en armonía con las calles, sin pavimentar y libres de automóviles.


A mediados y finales de esa década las noticias sobre el experimento se sucedieron, con distinto enfoque, por supuesto, en los medios alternativos –donde era calificado de modélico-, y en los tradicionales –donde básicamente fue criminalizado-. Liberado el espacio público, fue abolida la propiedad privada y la asamblea general se constituyó en órgano decisorio de la comunidad. La policía intentó varias veces expulsar a la gente de la zona, pero tuvieron que abandonar la idea ya que el lugar había crecido mucho y lo habitaba mucha gente. Entonces Christiania pasó a ser una cuestión política que finalmente llegó al Parlamento. Sus habitantes aceptaron pagar por el uso del agua y la electricidad a cambio de aceptación política por ser un "experimento social". Cada uno podía instalarse y construir su vivienda, pero no alquilarlas ni venderlas, esto aún sigue siendo así. Pese a rechazar las reglas de convivencia comunes a las sociedades “normales”, tiene sus propias leyes que se centran en la propiedad compartida, la regulación de la buena conducta de las familias, y el trabajo comunitario. En Cristiania también existen penalizaciones, y aquel que no cumple lo mandado, o ejerce violencia contra los vecinos o contra su familia, es expulsado de la vecindad. Igualmente no están permitidas las drogas duras –les costó mucho librarse de los yonquis-, portar armas o participar en peleas.

Epicentro cultural de otro estilo de vida, las paredes que un día alojaron bombas y uniformes, se llenaron de graffittis y pintadas y fueron testigos de conciertos y exposiciones en lugar de retretas y desfiles militares. Eric Clapton, Bob Dylan o Alanis Morrisette, Green Day, Rage Against The Machine, Portishead y muchos más pasaron por allí, entre cientos de artistas sin nombre o con menos renombre que los citados, pero no por ello con derecho a un espacio de expresión y disfrute. Cristiania tiene sauna, peluquería, talleres, locales de conciertos y exposiciones, guardería... También arquitectura, ópera y cine propios donde se destacan el pintor William Skotte, el escultor John Ravn y el cineasta Nils Werst. En el lugar se acuña una moneda propia, el Lol, y tienen su propia bandera e himno. A la salida, un cartel avisa: “Está usted entrando en la Unión Europea”

40 años han transcurrido entre amenazas, enfrentamientos y ocupaciones policiales, campañas de difamación y acciones de defensa, encuentros en los tribunales, juicios y diálogo con los políticos. Es un Barrio Libre dentro de Dinamarca, aseguran sus vecinos, que han logrado con esfuerzo constituir varios hitos dentro de su comunidad, como el Hash Market, o el mercado de hachís en la calle Pushet, donde diariamente se venden sólo marihuana y hachís de forma legal dentro de la zona, aunque venta y consumo sean ilegales para las leyes danesas. Este último mes ha tenido lugar un “huelga de camellos” por la represión que el barrio y sus ocupantes están empezando a sufrir de la mano de Rasmussen, ministro del gobierno conservador decidido a imponer la moral y buenas costumbres, y el jefe de policía Vittrup, recién llegado de la guerra de Afganistán y que ha decidido, si no pudo acabar con los talibanes, acabar con los hippies. Aunque seguro que tiene algo que ver la recalificación de los terrenos… ¡En España ya serían una colonia de adosados!

Cuando yo tenía 15 años, Christiania era la materialización de la utopía, el sueño de miles de jóvenes europeos que queríamos cambiar el mundo, que creíamos que otro mundo era posible. Con el tiempo la Freetown pasó a las estanterías de la memoria, conservando intacto el sabor del ideal, el aroma de la libertad, el deleite anarquista de la eufórica adolescencia. Sensaciones extrañas, por tanto, mezcla de revival, remember y aplastante conciencia del paso de tiempo… hay muchos caminos, pero sólo uno bajo los pies. Transitando por el recuerdo de los senderos ni elegidos ni olvidados, he vuelto a abrir el tarro de las esencias y he añadido imágenes a la imaginación. Una fresca combinación, perfecta para libertarias nostálgicas en las grises tardes otoñales.

PD: Paradojas de la vida, esta singular comunidad es visitada al año por medio millón de turistas y se ha convertido en el segundo lugar de interés turístico de Copenhague tras el parque de atracciones Tívoli.

No hay comentarios: