Vayan por delante mis condolencias por la pérdida de vidas humanas. Y lamento la pérdida de tamaño patrimonio cultural e histórico y, sobre todo, la destrucción que ha alterado la vida de los habitantes de Lorca y de la que tardarán años en recuperarse. En Murcia están acostumbrados a los terremotos. Lorca es, además, la zona de España junto a Granada con riesgo de sufrir seísmos de mayor intensidad. Los murcianos lo saben. Y este terremoto no fue el mayor magnitud producido en nuestro país, aunque se ha ganado el primer puesto en la magnitud de su destrucción.
Vale, el terremoto fue en superficie y el terreno de la ciudad, blando y de aluvión, sufrió una aceleración desmedida. Pero que casas de menos de tres años ostenten el círculo rojo, no tiene que ver con el temblor de tierra si no con la burbuja inmobiliaria, el incumplimiento de la normativa antisísmica aplicable a la zona, el enriquecimiento frenético a costa del ladrillo, la corrupción urbanística en los ayuntamientos y la desidia generalizada de esta sociedad. ¿Se enseña a los habitantes de zona sísmica a tomar precauciones ante un temblor de tierra? ¿Se revisan y ensayan los protocolos de seguridad? ¿Se vigila el cumplimiento de la normativa de resistencia de los edificios? ¿Se revisa periódicamente su estado? ¿No vieron las barbas pelar en Haití, Chile, Japón…? La tierra es toda una, las placas tectónicas fichas de dominó, los terremotos impredecibles. Y la prevención, el único arma disponible.
1 comentario:
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