Así es esta ciudad, como el árbol que crece a través de la piedra, la vida traspasa las fachadas, asalta los muros, invade las aceras. La petit París (cincuenta mil viviendas, un barrio entero de los años 30) fue demolida para convertir en piedra los sueños megalómanos de un dictador (ver el palacio construido en su lugar en el enlace, el segundo más grande después del Pentágono). Pero aún quedan algunos edificios, como el de la foto, testigos de un tiempo que fue y otro que se ha ido, esperando que vengan mejores tiempos y la rama florezca. Conviviendo.
En una capital europea de dos millones de habitantes, en este barrio a los pies de la colina imperial (no me extraña que Caucescu y toda su familia terminaran así, tras gastar 11 billones de dólares en un capricho faraónico) pasado y presente conviven y se ignoran, los grillos cantan y los pájaros habitan los árboles que poblaban los antiguos jardines, hoy maleza.
Qué tierra de contrastes, riqueza desperdiciada, lujo otomano a cambio de miseria. Qué lecciones de Historia encierra este pueblo, entregado a la diáspora por la supervivencia, encrucijada de caminos, puerta de Europa, aunque hasta hace poco, para ellos estuviera cerrada. ¿Son imaginaciones mías o echo de menos la sonrisa en sus caras? Y no me extraña...
1 comentario:
Buen reportaje fotografico de Bucarest Pilar. Los ultimos 70 años de Rumania son muy tristes.
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