Gadafi, líder de la ignominia

El Hermano Guía y Líder de la Revolución, se resiste a creer que el telón cae sobre su obra. El histriónico personaje se ha apoderado de la persona que un día fue y no distingue la realidad de su ficción. Sólo le permanece fiel el otro gran payaso, Berlusconi: les remito a una entrada anterior, Gadafi, Berlusconi, amazonas y velinas.

Es posible que realmente crea que quienes a él se oponen, hartos ya de una dictadura autocrática que dura 42 años, son jóvenes borrachos y drogados, ratas alimentadas por el odio extranjero, terroristas, infiltrados. Lo cree, y también que su exterminio es legítimo. De ello depende su supervivencia. Va a entrar casa por casa, está realizando una matanza indiscriminada, cruel y asesina. Declama que morirá mártir, pero no solo. Y la represión ha aumentado la ira, la espiral de violencia se acelera y nadie sabe nada, pues ya se ha ocupado de apagar la luz. Sabe bien que va a ocurrir, que está ocurriendo. Y se niega a tomar la dosis de su propia medicina.

¿Qué extraña perversión genética y cultural, común al homo sapiens en todas sus culturas y en todos los tiempos, permite que un ego se encumbre sobre el resto, sometiendo uno a multitud? Se encumbra, le aceptan, se rodea de parásitos que engordan mientras alaban, elimina cualquier disidencia, multiplica sus manías hasta la inverosimilitud, miente, roba, mata… y permanece en al poder bajo un halo divino hasta que se muere por las buenas o le echan por las malas. ¿Y qué otro gen reactivo provoca que aquellos hasta entonces sometidos, oprimidos, un día se levanten, mueran, luchen por algo que se llama libertad en todas las lenguas del mundo?

No podía ser tan bonito como en Túnez y Egipto, está claro. Por cierto, a Ben Alí le ha dado un derrame cerebral y a Mubarak ha entrado en fase terminal de un cáncer. Apartarlos del poder (y eso que están de los primeros en el ranking de los más ricos del mundo) les provoca daños irreversibles, tal vez por eso Gadafi, que ha visto pelar las barbas de sus vecinos, ha decidido hacerse inmortal. Y nada mejor para eso que tu nombre entre en los anales de la ignominia.

Y a la ONU, la EU, EEUU, les recuerdo que lo que su silencio significa...